martes, 15 de julio de 2014

Higado graso



Algo de grasa en el hígado es normal. Pero si la grasa representa más del 5% al 10% del peso del hígado, es posible que se deba a esta enfermedad hepática alcohólica o no alcohólica. En algunos casos, esta enfermedad pueden dar lugar a complicaciones mas graves.

El hígado es un órgano esencial para la vida, realiza más de dos mil funciones. Sirve como un gran filtro que ayuda a remover de la sangre: toxinas, medicamentos, productos químicos, drogas o alcohol que de otro modo resultarían nocivos para el organismo.

Produce sustancias como la bilis que favorecen la digestión de alimentos y grasas.
Genera las principales proteínas del cuerpo (albúmina) para poder transportar con ellas los nutrientes a todas las células del organismo.
Produce factores de la coagulación que ayudan a detener hemorragias cuando se producen cortaduras.
Funciona como parte del sistema inmunológico de defensa que protege contra microorganismos que entran al cuerpo.
Según la Fundación Americana de Hígado, se considera normal que éste contenga un poco de grasa. Aún así, si esta acumulación de lípidos representa entre 5 y 10% del peso total del órgano, se habla de hígado graso.

Higado graso
El término hígado graso se refiere a una amplia gama de alteraciones del hígado, donde la alteración fundamental es la acumulación excesiva de grasa (ácidos grasos y triglicéridos) en las células del hígado (hepatocitos). La acumulación de grasa en los hepatocitos puede llevar a inflamación hepática, con la posibilidad de desarrollar fibrosis y finalmente terminar en un daño hepático crónico (o cirrosis hepática).
En personas que no beben alcohol, se le conoce formalmente como enfermedad hepática grasa no alcohólica

Esta enfermedad puede presentarse principalmente por la ingesta continua de alcohol, o en personas que sin ser consumidora de licor tiene la enfermedad del hígado graso no alcohólico.


Las personas con desórdenes metabólicos que presenten en su abdomen una obesidad central, que en hombres adultos supere los 90 cm y en mujeres adultas los 80 cm de perímetro abdominal , presentan la primera alerta para sospechar de síndrome metabólico y un posible caso de hígado graso.



Otros componentes que encenderían la alarma para esta patología son la presencia de glicemia elevada (azúcar elevado en la sangre), tener el colesterol y/o triglicéridos elevados de manera constante durante un tiempo prolongado (dislipidemia) y tener la tensión arterial alta. Con esos parámetros de obesidad y uno de los componentes anteriores se hablaría de síndrome metabólico, aunque el hígado graso no es una enfermedad exclusiva de la gente obesa.


Según los expertos, el hígado graso no es una enfermedad per se. Si bien las personas que tengan una dieta inadecuada y vida sedentaria son más propensas a tener hígado graso, existen otros factores que inciden en esta patología.

La ingesta de cierto tipo de medicamentos, por ejemplo, los corticoides, algunos analgésicos, algunos para la presión arterial y medicamentos de tipo cardiovascular, entre otros, favorecen la presencia de la enfermedad.

Otra posibilidad es el sometimiento de personas obesas a cirugías bariátricas (para contrarrestar el sobrepeso), procedimiento que podría desencadenar en hígado graso. También, con el tiempo, favorece la enfermedad del hígado graso el consumo de ciertos productos herbolarios o medicina alternativa, así como la exposición a sustancias orgánicas o tóxicas derivadas del petróleo.

Un paciente con hígado graso debe contrarrestar la enfermedad realizando dos tareas específicas: ejercicio, preferiblemente cardiovascular, y mantener una dieta balanceada. Expertos en el tema han demostrado que con sólo la realización de ejercicio y la alimentación adecuada se puede revertir la enfermedad grasa del hígado hasta en 75% de los pacientes, inclusive en la reducción y mejoría.

Sin embargo, el tratamiento para esta patología está supeditado al tipo de afectación que la causó o lo que ayudó a que se presentara: si es por hipertensión, colesterol elevado o triglicéridos elevados, trastorno del azúcar, hiperglisémico o diabético, enfermedades tiroideas, entre otros. Lo que sí es común a todos los pacientes con hígado graso es la prohibición de la ingesta de alcohol.


Los síntomas 

  • Enfermedad del hígado graso es a menudo silenciosa, sin producir síntomas, especialmente en el principio. Si la enfermedad avanza - que es por lo general durante un período de años, o incluso décadas - puede causar problemas vagos como:
  • Fatiga
  • Pérdida de peso o pérdida del apetito
  • Debilidad
  • Náusea
  • La confusión, deterioro del juicio, o dificultad para concentrarse
  • Estos síntomas también pueden estar presentes:
  • Dolor en el centro o la parte superior derecha del abdomen
  • Un agrandamiento del hígado
  • Decoloración por parches de piel oscura, generalmente en el cuello o la axila
  • Con la enfermedad hepática alcohólica, los síntomas pueden empeorar después de periodos de consumo excesivo de alcohol. Si se desarrolla cirrosis, el hígado pierde su capacidad de funcionar. Esto puede causar signos y síntomas tales como:
  • La retención de líquidos
  • Pérdida de masa muscular
  • El sangrado interno
  • Ictericia (color amarillento de la piel y los ojos)
  • Insuficiencia hepática

Ayuda a tu hígado

El hígado puede ser depurado al menos una vez al año, aunque diversos expertos recomiendan su depuración cada aproximadamente seis meses.
Pero para poder depurar el hígado, en primer lugar se deben conocer qué alimentos son perjudiciales para éste, tal y como veremos en un futuro. Entre esos alimentos nos encontramos con los alimentos procesados, grasas animales, embutidos, y por ejemplo alimentos muy salados, asados o azucarados.
También comer en exceso puede ser perjudicial para el hígado, ya que las comidas muy abundantes llevan a que éste se sobrecargue.
Entre aquellos consejos para poder ayudar al hígado en su depuración nos encontramos:
  • El diente de león ayuda al hígado a depurarse, especialmente a los hígados que sean perezosos, ya que es capaz de aumentar de entre 2 a 4 veces la secreción de la bilis.
  • La alcachofa también es muy buena para el hígado, al igual que el cardo mariano, que cuenta con silimarina, protectora de este órgano.
  • Tomando mucha agua ayudamos al hígado a digerir mejor las grasas, y a nuestro cuerpo a hidratarse debidamente.
  • Comar mucha fruta, pero evitando aquellas con gran contenido de ácidos orgánicos, como el melón, la sandía y las fresas.
  • Los tés, especialmente el té verde, ayuda al hígado, sobretodo al hígado graso, ya que ayuda a digerir y a eliminar la grasa acumulada.

Frutas que ayudarán a tu hígado

1. Limón y naranja

Desintoxican y nos aportan una buena ración de vitamina C, son frutas sencillamente maravillosas para proteger el hígado que no debes descuidar en tu dieta. Si empezamos el día con un jugo de limón, estimularemos la producción de bilis, limpiamos el estómago y el intestino estimulando además sus movimientos.
Toma nota de lo que debemos hacer: Nos beberemos medio jugo de limón con un vaso de agua por las mañanas. Más tarde, a media mañana, nos tomaremos una naranja exprimida con un vaso de agua. Recuerda que el agua debe estar tibia, nunca fría ni caliente. Te irá muy bien si sigues este consejo cada día.
2. Una manzana al día
Para tener un hígado saludable, nada mejor que una manzana al día. Seguro que lo has leído muchas veces, pero ¿Lo haces? Es el momento de cumplirlo, puesto que esta fruta maravillosa nos ayuda a limpiar y desintoxicar el hígado. Su secreto está ante todo en la pectina, un material que se une a los metales pesados en el cuerpo y, sencillamente, los elimina. Todo ello nos permite ayudar al hígado a realizar su trabajo y a mejorar nuestra salud. Realmente fácil, así que vale la pena apuntar este sencillo consejo: ¡Una manzana al día!
3. Los melones
Los nutricionistas nos dicen que si tomamos melón a lo largo de una semana lograremos limpiar nuestro organismo y reequilibrarlo. Es un alimento ideal para el hígado. Nos aporta vitamina A, E, es un gran diurético, también contiene potasio, zinc, fibra, y reduce sobre todo el colesterol malo. Un sabroso protector del hígado que te encantará tomar cada día, ya sea mediante jugos naturales, en ricas ensaladas o en imaginativos postres (no incluyas demasiado azúcar en ellos).

4. Las fresas

Las fresas son ricas en fenoles, uno de los mejores antioxidantes que existen, cualidades que ejercen como maravillosos protectores de las células, y cómo no, de las células hepáticas. Son sin duda, una de las frutas más saludables que existen: ricas en vitamina C, vitaminas del grupo B, buenas anti-inflamatorias, desintoxicantes…sería perfecto que las incluyeras por ejemplo en tu desayuno, o mediante sabrosos jugos naturales.

5. Las ciruelas

Pocas frutas son tan beneficiosas para el sistema digestivo que las ciruelas, este regalo natural deberías incluirlo al menos 3  veces a la semana en ayunas junto a un vaso de agua. Cuidará de tu intestino, del colon, del hígado… disponen de un acertado aporte de vitamina E, son antioxidantes, refuerzan tus defensas, nos aportan calcio, potasio, hierro y magnesio. Incluye en tu dieta siempre que puedas ciruelas y estarás cuidando de tu hígado y de tu salud en general.

El Biomagnetismo trata el hígado graso, recuerda no solo procura un alivio temporal o acallar el síntoma aliviándolo sino busca sobre todo encontrar el origen, lo que el Biomagnetismo te ofrece con sus múltiples ventajas: no es doloroso, no necesita exámenes de laboratorio, limpia el cuerpo de microorganismo y estimula para que glándulas y órganos funcionen bien, todo eso en un mismo tratamiento. Aunque sea tu problema del hígado lo que te lleve a visitarnos,con el Biomagnetismo trataremos todos tus males, date la oportunidad de conocer una terapia vanguardista que hará una sorprendente diferencia en tu salud y calidad de vida, visítanos!.

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